Episodio 8

Decir que Mona Kawai es linda sería una subestimación; es deslumbrante en todos los sentidos, y ella lo sabe. En la escuela, es adorada tanto por chicos como por chicas, y recibe todo eso con gracia, como una reacción natural a su irresistible encanto. Eso es hasta que se encuentra con Medaka Kuroiwa, el chico que parece inmune a su abrumadora carisma. Ella hace todo lo posible por hablarle e incluso aumenta un poco su ternura, pero no importa lo que intente, Mona no puede quitarle el ceño fruncido a Kuroiwa de la cara. Atrapada en un rincón, Mona se ve obligada a usar el arma más devastadora en su arsenal: su atractivo físico. Tales medidas drásticas harían que otros chicos cayeran rendidos a sus pies, pero Kuroiwa permanece impasible ante sus intentos. Mona no sabe que la única razón por la cual Kuroiwa apenas se abstiene de sucumbir a sus encantos es porque está entrenando para ser monje y, por lo tanto, está haciendo todo lo posible por no ceder a los placeres mundanos. Mientras Mona se esfuerza al máximo para seducir a Kuroiwa, no se da cuenta de que su caballerosidad involuntaria podría hacer que se enamore de él en su lugar.